Algunas de las ventajas son:
Favorecen el aprendizaje.
Contribuyen a la disciplina familiar.
Desarrollan la responsabilidad.
Ayudan a la interacción padre-hijo.
Sin embargo, otros autores piensan lo contrario. Al imponer al niño un deber para su casa, le resta atención y tiempo a la satisfacción de otras necesidades de mayor valor formativo. Las tareas frenan los impulsos del niño, reprimen su necesidad de moverse, de correr, de jugar, le hace abandonar lo que le es grato para encerrarse con lo que le desagrada, etc.
¡LA TAREA NO TIENE QUE SER VISTA COMO UN DEBER, YA QUE PODRÍA SER PELIGROSO Y DAÑINO PARA MUCHOS NIÑOS!
Ballesteros y Usano, Antonio (1964), “Las tareas domiciliarias”, en Organización de la escuela primaria, México, Patria, pp. 116-118.
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