La responsabilidad de ambos padres de hacerse cargo de los hijos
se puede asimilar a la forma en que vemos. La naturaleza nos provee de una
visión en tres dimensiones por medio del trabajo asociado de dos ojos, lo que
permite apreciar bien la profundidad de los objetos. Cada uno de los ojos ve el
mundo en forma parecida, pero desde su propia posición.
El parto: el momento en
que se sella la intimidad padre-hijo
En nuestros tiempos se
ha popularizado la tendencia de que los padres asistan al parto de sus hijos,
acompañando a la madre. Se vive entonces una de las experiencias humanas más
hermosas. Durante el parto se experimenta mucha alegría, admiración, alivio y
orgullo. Se trata de un momento que sella la intimidad de la relación entre el
padre y el hijo. La experiencia cercana de contacto en las primeras horas
favorece una vinculación mejor desde el niño al padre y desde el padre a su
hijo. En ese momento se empiezan a conocer y a aceptar mutuamente.
Padres que no
avergüenzan, no amenazan y no sobreprotegen
Un niño se estima a sí
mismo cuando se siente amado, aceptado y valorado, cuando siente que sus padres
lo encuentran seguro, independiente y confiable. Un hijo siente el amor cuando
el padre se lo dice con sus caricias, cuando le habla con voz agradable y
suave, cuando lo mira sin contradicciones y cuando le dice "te
quiero". Un hijo se siente aceptado cuando se le valora por lo que es y no
por lo que el padre quisiera que fuese.
El padre debe aceptar a
su hijo con sus defectos y con sus malas conductas, con lo que no le resulta y
con lo que no es capaz de hacer. El padre lo deja avanzar, aunque sepa que
cometerá errores. Lo prepara para enfrentar lo inexplicable e inevitable y lo acompaña
cuando tiene que soportar las consecuencias. Además, el padre no lo avergüenza,
no lo amenaza y no lo protege en exceso. El padre lo estimula para que avance y
para que no abandone lo que debe terminar. También, lo deja intentar las cosas
para que aprenda a valerse por su cuenta y le hace sentir que no responderá con
rechazo ante sus errores.
Por último, un niño
confía en sí mismo cuando el padre lo ha hecho sentirse orgulloso de sí, de las
cosas que hace bien y esto lo hace creer en sus capacidades. El padre no lo
compara con los demás y le ayuda a sobrellevar los fracasos.
El amor a los hijos
requiere tiempo
Cuando se piensa en cómo
hacer mejor las cosas con las personas que queremos, suelen aparecer ideas
como: "haría más, lo haría mejor, dedicaría más tiempo...."Las
personas suelen percibir que el tiempo que se utiliza en relacionarse es una
buena inversión. Se reconoce que es mejor compartir más con los amigos, dedicar
más tiempo a la familia o disfrutar de los hijos estando más con ellos. Además,
las personas aprecian más las cosas en las que invierten energía o aquellas que
les demandan un esfuerzo mayor.
Una buena relación con
los hijos requiere de tiempo para amar y esfuerzo para relacionarse. La
comunicación del padre con su hijo requiere un desarrollo hacia la intimidad,
la confianza y el conocimiento. Esto se logra con tiempo, el que todo padre
debe estar dispuesto a entregar.
Se requiere tiempo:
·
Para ver crecer a los niños, para observar
como aprenden, como descubren el mundo o como se maravillan con lo que
descubren,
·
Para pensar en los problemas que tienen los
hijos y en cómo resolverlos, para darles límites que los protejan,
·
Para emocionarse y sentir con los hijos, para
estar junto a ellos cuando desarrollan su afectividad,
·
Para establecer la confianza, para
permitirles a los hijos que se sientan capaces y para que descubran lo que
pueden esperar de su padre,
·
Para jugar con los hijos, para reír con ellos
y para descubrir lo que los hace gozar,
·
Para estar en silencio junto a uno de los
hijos, para disfrutar de su sola presencia,
·
Para sentir y disfrutar del amor que ellos
dan.
Criar es “frustrar
amorosamente”.
A menudo los padres se
preguntan si existirá alguna "buena receta" para criar a los hijos o
si alguien tendrá las respuestas a todas las dificultades que aparecen. ¿Cómo
criar sin equivocarse?
Mejor aún si lo hace
junto a la madre. Además, debe aceptar que parte importante de su trabajo es
poner límites y frustrar algunos de los deseos de sus niños. Los niños tienden
a buscar las cosas que les producen placer y a evitar lo que no les gusta.
Desgraciadamente para ellos parte de la adaptación social depende de tener que
renunciar a lo placentero y aceptar lo difícil. Si de los niños dependiera,
ninguno se levantaría temprano para ir al colegio todos los días. Por otro
lado, afortunadamente para los niños, cuentan con la mano del padre y la madre
para que lo ayuden a adaptarse. Solo ellos serán capaces de frustrarlo
amorosamente. El padre como figura de autoridad pondrá los límites a su hijo
con amor y con comprensión lo acompañará mientras se ajusta. Sería un error
evitarse el trabajo de enseñar a los hijos el significado de la palabra no.
El padre que siente
miedo a ver a sus hijos enojados con él o a que lo vean como fuente de
frustración, corre el serio riesgo de caer en la permisividad y el abandono de
la importante labor de establecer los límites en la crianza. Con el tiempo un
hijo podría cuestionar el amor que le tiene su padre, cuando descubre que este
fue incapaz de decirle "no".
Bibliografía
http://www.mujernueva.org/articulos/articulop.phtml?se=3&ca=5&te=1&id=1182
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