La SEP, cita a Zavala, quien plantea como primera necesidad del docente, el dar respuesta a preguntas como “¿Qué saben los alumnos en relación a lo que les quiero enseñar? ¿Qué experiencias han tenido? ¿Qué son capaces de aprender? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Cuáles son sus estilos de aprendizaje?” (2012, p. 103) mediante estas preguntas se busca dar dinamismo a la evaluación, convirtiéndola en un proceso, y no en un momento.
Además, para mejorar la práctica y hacer acompañamiento a los alumnos, el maestro necesita de “la reflexión de la práctica constante, la autoevaluación y la observación del desempeño” ya que estos harán visible “lo que el docente realiza en el salón de clases y las situaciones de aprendizaje que plantea, así como el conocimiento de la diversidad en el aprendizaje” (SEP, 2012, p. 130).
Es decir, mientras el docente utilice de manera constante y adecuada la evaluación, tanto para sus alumnos como para él mismo, logrará los objetivos que se planteé, ya que tendrá en la mira las áreas de oportunidad que se presenten y será capaz de mantener los logros y fortalezas.
En conclusión, los beneficios de la autoevaluación son diversos, entre ellos podemos encontrar que:
Contribuye a la reflexión de la práctica educativa, permite identificar las fortalezas del docente en su ejercicio profesional, apoya en localizar áreas de oportunidad y motiva a la actualización y profesionalización, los resultados pueden ser útiles para promover ejercicios colectivos orientados a mejorar condiciones para el aprendizaje (SEP, 2012, p.104).
Alumna: Daniela Cazares Santos
Licenciatura en Educación Primaria - Séptimo Semestre
Referentes Bibliográficos:
Secretaría Pública de Educación (2012) Curso básico de formación continua para maestros en servicio 2012. México: SEP.
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