Durante los primeros seis años de la
primaria los niños tienen en todas o en
la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún
alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y
su seguridad. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la
competencia entre alumnos ni las comparaciones.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidad incluye las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar
aunque si alguien lo pierde está obligado a pagárselo. La jornada escolar suele
comenzar sobre las 8,30-9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el
paréntesis del almuerzo a las 12-12,30 horas. En total, suman 608 horas lectivas
en primaria, frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que no son
excesivos. ¿Cómo consiguen mejores resultados en menos tiempo?
«El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la
familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas,
ludotecas, cines...)», explica Melgarejo. Los tres
engranajes están ligados y funcionan de forma coordinada. «Los padres tienen la
convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos,
por delante de la escuela» y complementan el esfuerzo que se hace en el
colegio.
«En Finlandia el 80% de las familias
van a la biblioteca el fin de semana», añade el psicólogo escolar
catalán, para quien este estímulo de la lectura en casa resulta fundamental. El
sistema social finlandés contribuye con numerosas ayudas oficiales a las
familias, que pueden conciliar su trabajo y la atención a sus hijos.
Existe una herencia cultural
luterana basada en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el
esfuerzo, a la que también acompaña una climatología que empuja a
encerrarse en casa, pero estos factores también están presentes en otros países
vecinos, como Suecia o Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin
embargo figuran varios puestos por debajo en PISA. «No son las variables
socioeconómicas las determinantes», subraya Melgarejo.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre
10 en sus promedios de bachillerato y de reválida y se requiere además una
gran dosis de sensibilidad social (se valora su participación en actividades
sociales, voluntariado...). Cada universidad escoge después a sus aspirantes a
profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de
empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante
una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas
y otra de aptitudes tecnológicas. «Son las pruebas más duras de todo el país»,
asegura Melgarejo. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y
periodos de prácticas.
Extraído de la versión electrónica del diario ABC del día 09/10/2012
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